A ella le parecia que Ulises no decía nada y que se contradecia siempre tranquilamente: lo que lo transformaba, a sus ojos, en el ser humano por excelencia. Hacia poemas por el ejercicio más profundo del hombre. Pag.107
... era de esas personas que hacen rodas las piedras durante toda la vida, y no de las que reciben los cantos rodados, pulidos y blancos. pag. 108
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