Es con una alegria tan profunda. Es un tal aleluya.
Aleluya que se funde con el más oscuro aullido humano de dolor por la separación pero es grito de felicidad diabólica.
Por que ya nadie me atrapa mas.
Tengo un poco de miedo: miedo todavía de entregarme pues el próximo instante es lo desconocido.
¿El proximo instante es hecho por mi?
Lo hacemos juntos con la respiración.
Y con una desenvoltura de torero en la arena.
martes, 8 de noviembre de 2011
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